Por Adrián Pertoldi
En Argentina se conserva la misma interacción. A lo largo de la historia del rock nacional, la cerveza fue, es y será un sujeto de adoración para el ambiente local. Quien no recordará Fiesta cervezal, esa magistral canción que Norberto Pappo Napolitano compuso en 1973, que decía “quiero tomar un trago / de cerveza fresca para mi sed / hace calor en esta fiesta”. Memphis también la convoca en Angelitos culones: “La cerveza impaciente debe transpirar / si nadie la toma se va a calentar / Sueño si tuviera sueño / dormiría un día entero y despertaría / y la cerveza todavía fría con mis amigos compartiría”. Los Cadillacs en Te tiraré del altar también imponen su impronta en este asunto: “Cuando comienza a irse el sol / y la cerveza se empieza a acabar / yo me pregunto por qué / por qué mi amor se fue / tan solo me dejó / olvidado en el bar”.
La cerveza y el rock. Sinónimos de rebeldía, diversión y reviente. Ah, y un par de canciones que quedarán en la memoria de todos. Cierro el armario y todo sigue igual. Subo la música y la voz de Jim Morrison alarma que el futuro es incierto y el final está siempre cerca. Será hora de conseguir una cerveza.
*Fragmento del tema Canción de amor de 2 Minutos